Los Brujos es una de las bandas más audaces del rock argentino. Siguiendo la tradición de performers como Kiss y David Bowie, con escenografías y vestuario propio –fueron extraterrestres, duendes psicodélicos, esqueletos, chamanes salvajes–, dieron shows de alto impacto con una trilogía de discos cargados de fantasía y adrenalina, inaugurada en 1991 con el hit Kanishka. Apadrinados por Daniel Melero y Gustavo Cerati, este proyecto audiovisual nacido en el sur del conurbano bonaerense se convirtió en la punta de una movida “sónica” –como la bautizó la prensa especializada– que propuso un recambio estético en el primer lustro de la década menemista. Al calor del estudio/sello Aguilar y de salas hoy míticas como El Parakultural, Cemento y Die Schule, su explosión generó un nuevo espacio donde convergieron grupos como Babasónicos, Juana La Loca, Peligrosos Gorriones, Martes Menta, Tía Newton y Suárez; todos embebidos por el pulso musical de Seattle, Manchester y Nueva York. Los Brujos sonaron masivamente en radio y televisión, encabezaron festivales y telonearon a Nirvana, Iggy Pop y Beastie Boys. Se separaron en el umbral del siglo XXI y, con su disolución, menguó todo un movimiento que, de todas maneras, sentaría las bases de la escena “indie” de los 2000, a la que se unirían con su regreso en 2014. Basado en entrevistas del autor a músicos, productores, colaboradores y otros protagonistas, y con un detallado trabajo de archivo, este nuevo libro de Nicolás Igarzábal reconstruye otro momento clave de la música argentina reciente.
La bomba musical. Los Brujos y la explosión del rock alternativo en los 90
Los Brujos es una de las bandas más audaces del rock argentino. Siguiendo la tradición de performers como Kiss y David Bowie, con escenografías y vestuario propio –fueron extraterrestres, duendes psicodélicos, esqueletos, chamanes salvajes–, dieron shows de alto impacto con una trilogía de discos cargados de fantasía y adrenalina, inaugurada en 1991 con el hit Kanishka. Apadrinados por Daniel Melero y Gustavo Cerati, este proyecto audiovisual nacido en el sur del conurbano bonaerense se convirtió en la punta de una movida “sónica” –como la bautizó la prensa especializada– que propuso un recambio estético en el primer lustro de la década menemista. Al calor del estudio/sello Aguilar y de salas hoy míticas como El Parakultural, Cemento y Die Schule, su explosión generó un nuevo espacio donde convergieron grupos como Babasónicos, Juana La Loca, Peligrosos Gorriones, Martes Menta, Tía Newton y Suárez; todos embebidos por el pulso musical de Seattle, Manchester y Nueva York. Los Brujos sonaron masivamente en radio y televisión, encabezaron festivales y telonearon a Nirvana, Iggy Pop y Beastie Boys. Se separaron en el umbral del siglo XXI y, con su disolución, menguó todo un movimiento que, de todas maneras, sentaría las bases de la escena “indie” de los 2000, a la que se unirían con su regreso en 2014. Basado en entrevistas del autor a músicos, productores, colaboradores y otros protagonistas, y con un detallado trabajo de archivo, este nuevo libro de Nicolás Igarzábal reconstruye otro momento clave de la música argentina reciente.
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